11.06.2005

Universidad intercultural comienza cursos en la Huasteca veracruzana


LA JORNADA

ANDRES T. MORALES CORRESPONSAL

Ancianos huastecos y otomíes preparan la ceremonia de purificación de la UIV FOTO David Islas
Ixhuatlan de Madero, Ver., 5 de noviembre. Al igual que se realizó en las zonas serranas de Mecayapan y Zongolica, durante los dos meses anteriores, en la Huasteca alta veracruzana iniciaron los cursos de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) que en su primer ciclo escolar recibe a 400 alumnos de las 12 regiones étnicas de la entidad.
La ceremonia de apertura de clases fue revestida con antiguos rituales para retirar "cualquier mala vibra" que impida el desarrollo de los educandos y docentes. Presididos por los tlatoanis más viejos de la localidad -uno de 107 años de edad-, los festejos durarán varios días.
Diseñada como una opción para abatir el rezago educativo y otorgar oportunidades a jóvenes de las regiones rurales e indígenas de Veracruz, la UVI comenzó su primer ciclo escolar en cuatro campus localizados en Mecayapan, Zongolica, Espinal e Ixhuatlán de Madero, sitios representativos de las 12 etnias existentes en territorio estatal.
Los pasados 26 de septiembre y primero de octubre comenzaron los cursos en las sedes de Mecayapan y Zongolica, en edificios ubicados en las congregaciones de Huazuntlan y Tequila, donde convergen poblaciones popoluca, zapoteca, mixe, chinanteca, zoque y náhuatl.
En la Huasteca alta veracruzana, la sede de la UVI se sitúa en el municipio de Ixhuatlán de Madero, donde quedaron inscritos 39 jóvenes huastecos, náhuas y otomíes en la licenciatura de Gestión y Animación Cultural.
Sergio Téllez, coordinador general de la UVI, anunció que la cuarta sede se localiza en el municipio de Espinal, en el corazón de la región totonaca. La apertura de la institución, reiteró, es la respuesta a la deuda histórica que se tiene con la población étnica.
Otro objetivo, además del combate al retraso educativo, es "cerrar la llave" a la migración masiva de jóvenes y otorgar una oportunidad para el desarrollo regional y la vida digna a los lugareños, explicó.
Los jefes más viejos de la localidad, llamados tlatoanis, encabezaron el ritual de purificación, conocido como Chicomexóchitl o siete flores, tanto del edificio escolar como de los alumnos y catedráticos, quienes fueron "rameados y barridos" con yerbas santas de la región que conjuran cualquier hálito de mala suerte.
Salones, escritorios y pupitres fueron curados al tiempo que se montó un altar de ofrendas que congregó imágenes cristianas y elementos de la naturaleza ligados también al ciclo de siembra y cosecha agrícolas.
Antes de ingresar al recinto, todos los asistentes debieron pasar por un arco elaborado con flores y plantas escogidas previamente que tienen la característica de atrapar y colar toda mala vibra.
La ceremonia de Chicomexóchitl también está relacionada con los festejos de los fieles difuntos y, por tanto, la comunidad prolonga durante varios días rituales y convivencias para honrar a "los que se fueron, pero vuelven", la deidad cristiana y los dioses de la naturaleza.
Paralelamente, en la sede de la UVI también se ofreció una muestra de la gastronomía huasteca y otomí, cuyos platillos más representativos son el tama, zacahuilt, pozole huasteco, bocoles, molotes, palmito, pemoles, pepitorias y las tradicionales enchiladas huastecas con cecina asada, además de licor preparado a partir de la fermetación del maíz.